Hoy quiero romper, no una lanza, sino
diez, por aquellos que se acuestan en el fuego de la fragua y no se
levantan hasta renacer como espadas de doble filo.
Que nadie tire una piedra sin besarla
primeramente, no sea que dé en la frente de un compañero y este
tenga que besar el suelo sin haber sido besado primero en la frente.
Qué sensata nos parece la gente cuando
miente a mil por hora. Decir lo que nos viene en gana es una cosa y
ocultarse en la mentira permanente, otra muy diferente.
No me llames tanto por mi nombre que le
vas a sacar tanto lustre que me volveré tan ilustre que acabaré
saliendo en la ilustración de portada de alguna lustrosa publicación
donde se narran las hazañas de los grandes ilustrados que lustraron
al mundo con su ilustrísimo nombre.
A decir verdad, ya nada siento, pero no
miento cuando me digo al espejo: ¡Hola chaval! Y es que aún perdura
el chavalillo en ese brillo que se oculta detrás del flequillo y en
esos labios siempre dispuestos a besar las piedras del camino en las
que tropieza mi destino.
¡Victoria, asómate al balcón de mi
alma!- Grité un buen día- y Victoria no se hizo esperar y
asomándose me coronó de laureles y desde entonces me acompaña
abriendo camino y dejando memoria de nuestro caminar por las
montañas.
La suerte nunca está echada
previamente, sino que se la ha de acechar como al venado, tomando la
forma de una lanza que no mira a otro lado sino a la pieza de su
pitanza.
Hoy día, la caballería se ha
refugiado en la cueva del solitario anacoreta; en ella encuentra el
pan y el agua que la alimenta, mientras bruñe las espadas. ¡Ay el
día en que la caballería reaparezca sobre las verdes colinas de
España en sus cañadas!.
Hay más ardor guerrero en el corazón
de un sabio solitario que en el pecho de un legionario. La sabiduría
de este mundo es desvastada por la intrépida y bizarra mirada del
lobo que caza fuera de sus linderos.
Ya no me acuerdo de nada; de que el
mundo es una bola a no se cuántos por hora; de que hay que escupir
al pasar delante de una iglesia; de que hay que ducharse, al menos,
una vez al año, como mandan los americanos. Qué le voy a hacer si
el ángel ciego del anochecer me robó la memoria mientras dormía.
Como le pille va a ver...
Nunca se me ocurriría decir que Dios
existe; eso sería ponerlo a la altura de una alpargata; de esta sí
puedo dar fe de su existencia, ya que por haberla calzado tengo
sobrada constancia. Sin embargo de Dios puedo afirmar que, aunque no
exista, me persigue como una flecha y me causa todas las malas
pasadas que cabe imaginar. ¿Qué otra cosa se puede esperar de un
Dios tan severo a la hora de sacarnos de la cama?. Que Dios exista o
no exista no es lo fundamental, el detalle está en las palizas que
nos da de camino al cementerio para que no caigamos a lo tonto en una
tumba abierta para otro.
El día en que perdí la importancia
personal, lo gané todo; el día que me sacudí los deseos más
profundos, vine a tener lo que más quería; el día que despaché el
miedo a la muerte, resucité a la vida. ¡Cuanto se gana despidiendo
estos hierros que nos mantienen aprisionados en sus mentiras!.
Me voy debajo de mi higuera, donde
asomaré la cabeza poniéndome de puntillas sobre la supina
ignorancia, no sea que pase el Maestro y al no verla asomar por ahí,
maldiga a la higuera.
Aforismos y dibujo: Pil
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