Traspasadas manos ardientes
vertían el vino de la vida
de amores ebrio era la fuente
del agua del costado
manada de la herida.
Cien rayos cruzándole las sienes
pensaba que pensar ya no podía
bañada de amor era su frente
huérfano corazón de compañía.
Sobre la fría calavera elevando
la cruz de amores florecía
un vómito de sangre derramando
el grito del óbito que ardía.
De
almas la sed fue incendiando
el
pecho que todo lo cubría
perdonando
no saber lo que se hacía
al buen ladron santificando
al buen ladron santificando
Los ojos al cielo alzando
al Padre que lo habia abandonado
al Padre que lo habia abandonado
y al
inclinar la cabeza
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