A la verita
del río pasa un sendero
caminando por
él va el aventurero
camino del
otro valle
seguidito de
sus perros.
Contentos y
saltarines
los canes
ilusionados
siguen al
aventurero
rumbo a los otros
collados.
El río canta
un susurro
en él
bailan piedrecitas
palmeando una
con otra
y los canes
andarines
vuelcan,
corren, saltan, trotan.
Ya se acercan
a la meta
observando
lucecitas
media vuelta
darán ya
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