Siguiendo
las huellas un día
de una
avecilla al albor
aparecí
no se como
en el
país del candor.
Sus
muros resplandecían
como
rallados de sol
y un
perfume de violetas
lo
bañaba en su fragor.
¿Como
contaros, amigos?
la
maravilla sin fin
de sus
lagares de perlas
sus
molinos de marfil.
Allí
quedeme en suspenso
ante
tanto resplandor
y acordeme al momento
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